Si la Barbie destruida,
entre la almohada y la manta,
pudiera hablar, cantaría
el “blues de la cama vacía”.
El osito que descansa en la parrilla
de la cama contigua
aguarda que alguien regrese
para narrar las aventuras de su tatarabuelo
Winnie Pooh.
En la tercera cama han arrojado
sobre el colchón
la camiseta de un equipo de fútbol
demasiado roja.
Y entretanto, la lapicera con la que amueblo
los dormitorios de niños secuestrados
rasga el papel
sobre el que se escribe este poema.
*(A raíz del hallazgo de las camas vacías de los secuestrados en Gaza. Escrito en Plaza Safra, Jerusalén)